Bitácora de la Capitana Herrera

24 horas al día, 24 cuadros por segundo

lunes, junio 06, 2005

Una tarde en la peluquería

Como cada 1º sábado de mes y, "haciéndole una finta" a la genética, 12 PM, partí a la pelu a tratar de dominar el volumen de mi pelo "tipo aleonado" y a teñir mis cada vez más manifiestas canas. Son mínimo 2 horas lo que demora el proceso, pero no me puedo quejar: Ahí siempre encuentro la sonrisa amable de la María Teresa y la Nancy, un café caliente cuando la tintura hiela más mi cabeza, las últimas ediciones de "Paula" y "Caras", y claro, las más variadas, curiosas, extravagantes, ridículas, emocionantes, novelescas e íntimas conversaciones femeninas. Y si antes de hacerme adicta a estas instancias, eso de "historias de saloon", me parecían parte de la mitología urbana, hoy debo aceptar que son una dura pero sabrosa realidad.
El tema de Fondo. La clienta en cuestión (que me hizo redefinir mi concepto de estridencia), agobiada, denunciaba la anorexia sexual de su marido de 39. Resulta que el tipo llega más que cansado todos los días, se acuesta de inmediato , y una vez en la cama no toca siquiera el control remoto. El ya a estas alturas "pobre hombre" tampoco se luce en los eventos sociales, tanto así que los amigos le dicen a la chica de los altos decibeles que se llevaban mejor con su ex marido, que por qué se van tan temprano (refiriéndose a las reuniones, claro) y otras sentencias por el estilo.
Luego apareció en escena la clienta número 2: "Mi marido llega a las 6 y a las 7 ya está durmiendo... Claro que para salir es más animado... Cuando me invitan yo le digo que si no me acompaña voy sola, entonces me dice ya, voy contigo". Yo ya estaba viendo una luz de esperanza , cuando añadió "... Pero en lo sexual,mmm... Na ni ná!" Ahí va mi último deseo de casrme y formar una familia, pensé, amén de la carencia absoluta de pudor de mis colegas de tintura, mientras la María Teresa trataba de calmar los ánimos aduciendo estos humanos problemas al stress de nuestros tiempos y la madre de la clienta número 1 , embutida en el secador , gritaba que la máquina estaba muy caliente, justo así como a su hija le gustaría que estuviera su yerno.